"Existe un país donde la gente apenas habla. En ese extraño país, hay que comprar las palabras y tragárselas para poderlas pronunciar.
El pequeño Bruno necesita palabras para abrir su corazón a la bonita Andrea. Pero, ¿cómo hacerlo?
Porque, para decir lo que le gustaría decir a Andrea, se necesita una fortuna..."
Este es uno de los álbumes ilustrados que más suelo utilizar en los cursos de formación y en las aulas. Es un álbum para todas las edades.
El dilema que plantea es el mismo que planteó Luis de Góngora hace algunos siglos:
Todo se vende este día,
todo el dinero lo iguala:
la Corte vende su gala,
la guerra su valentía;
hasta la sabiduría
vende la Universidad:
¡verdad!
Y no se equivocó Don Luis. Y este álbum no lleva a plantearnos que qué pasaría si también se vendieran las palabras. Y me pregunto, ¿es una hipótesis o está ya sucediendo? , ¿además de las personas, en especial las más desfavorecidas, también las palabras se han convertido en mercancía? ¿Qué está pasando? ¿Qué está haciendo el hipercapitalismo en nuestras vidas?
Son preguntas que me hago desde el álbum. Otras personas se hacen otras, pero siempre es bueno hacérselas desde la literatura, que para eso está, según Kafka, no para responderlas. Y en nuestras tertulias nos las hacemos, las compartimos y buscamos las posibles respuestas.
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