lunes, 5 de abril de 2021

Frederick, un álbum ilustrado de Leo Lionni

Desde pequeño, cuando me leían la fábula de "La cigarra y la hormiga", siempre me decantaba, creo que bastante influido por las personas adultas que me la leían, por la figura de la hormiga. Y en esta imagen maniquea persistí hasta que no hace muchos años, en un Encuentro de Tertulias Literarias de Euskadi, cuando compartimos fábulas de Samaniego, un joven, casi un adolescente, me hizo ver que aquella visión respondía a esquemas de productividad-improductividad, trabajo-vagancia, responsabilidad-irresponsabilidad..., que no dejaba ni el más mínimo espacio para lo lúdico, para lo creativo, en definitiva, para el arte. Y me vino a la mente el poema de J. A, Goytisolo, Me lo decía mi abuelito que musicó Paco Ibáñez y que con tantas ganas canté (y canto) en mi juventud.

¿Y con Frederick? Pues pasa algo parecido. Se acerca el invierno y la familia de ratones empieza a almacenar provisiones. ¿Toda la familia? Toda, menos Frederick, que se dedica a recoger rayos de sol, colores y palabras. ¿Para qué, si eso no sirve para alimentarse?

La historia que nos relata Leo Lionni deja bien a las claras que lo que recoge Frederick también alimenta. Es aquello que Nuccio Ordine proclamaba en su manifiesto acerca de La utilidad de lo inútil.

Pero, en las tertulias, no todo el mundo lo ve así. De ahí que surjan debates muy intensos y enriquecedores. Aunque os he de confesar que después de muchos debates sigo siendo fan de la cigarra y de Frederick.

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